Feliz Año!

               Uno de los grandes órdenes de la humanidad toda se basa en el calendario. Ese viejo y querido amigo que nos permite regular nuestra vida, recibir regalos, pedir turno con el médico, sacar pasajes de avión baratos, saber si en otro país hace frío o calor, sembrar, cosechar y renovar la oblea del GNC (¿de qué otra forma recordaríamos que se vence en dos días?). Pero esto también provoca grandes dolores de cabeza y en especial, una pregunta que ronda mi cabeza luego de las 12 uvas que despiden al año viejo… ¿hastá qué día uno puede decir “Feliz Año Nuevo”?

              En mis largos viajes desde el conurbano profundo hasta la capital de los grandes capitales, desarrollé varias posiciones no-antagónicas que quiero someter al juicio del gran público (aunque después de todo me importe muy poco lo que opinen).

1. Del 20 al 23 de diciembre a la tarde: ideal para despedidas escolares, corales y centros de rehabilitación que cierran por vacaciones, es una manera de asegurar el saludo a aquellos que no volveremos a ver hasta marzo cuando ya sea demasiado tarde (o no, ya lo analizaremos). Queda bien en los decimoquintos brindis cuando están todos alegres, acompañado de un “Felices Pascuas” y “Feliz Cumpleaños” y la mar en coche. También apto para fiestas empresariales. Denota previsión.

2. Del 23 a la noche al 31 de diciembre a la tarde: en el frenesí de las compras navideñas y mini-vacaciones por los asuetos, se dispara la frasecita a vendedores, expendedores de boletos de subte, colectiveros (cuando uno se baja en la terminal), chico del delivery que trae los sanguchitos de miga y, obviamente, los seres más cercanos que se van a pasar Año Nuevo a un crucero.

3. Del 31 a la tarde al 1° a la tarde: Éxtasis. Comienzan las cadenas de SMS, el saludo al chino copado que abre hasta las 22hs para vendernos lo que faltaba y total no le importa porque tiene otro calendario, ineludible la actualización del Muro de FB. Saludo con beso y abrazo fraternal a familiares a las 00hs y a los gritos por las calles del pueblo en el festejo posterior. Todo es algarabía, petardo y mantecol.

4. Del 1° a la tarde al día de Reyes: quedan los familiares que tienen código de DDN mayor a 3 números, los compañeros de trabajo que no se fueron a la playa aún, los colegas del exterior a los que no saludamos antes porque era feriado y aquellos con los que hablamos el 31 pero no volvimos a ver “desde el año pasado!” (acompañado de un abrazo con palmada al estilo masculino). Desazón en la vuelta a la rutina.

5. Del 6 de enero al 19 de diciembre: Polémico. Mi idea es que en algún punto de este período uno debería terminar con el saludo, pero ¿cuándo? ¿Cómo? ¿está mal saludar a alguien de quien no tuvimos noticias el 4 de febrero? ¿quién lo decide? ¿Crónica cuando empieza el countdown para el otoño? ¿el estudiante que no se acostumbra y sigue escribiendo la fecha con el año anterior? ¿el de la librería de Callao y Corrientes cuando pone las agendas a mitad de precio? En general, la gente cambia el saludo por “¿te fuiste de vacaciones?” o “¿cuándo te vas de vacaciones?”, y el año nuevo queda así desterrado de las primeras planas, condenado a seguir su curso en silencio hasta que alguna epidemia o partido de fútbol lo vuelva a traer a la conversación (léase “el primer Grand Slam del año”, “la peor tormenta del año”). Pobre, tan lindo y “a estrenar” que parecía hace un tiempo y a esta altura ya no vemos la hora de que termine.

              Por eso, desde este humilde rincón del universo, hago mi llamado para seguir diciendo “Feliz Año” aunque sea 8 de abril, o en su defecto, modificarlo por “Feliz segundo semestre”, “Feliz tercer trimestre” o “Feliz 28% restante de año”; recordando que siempre es mejor sonreír y quedar como un idiota, nuestro año al menos sí será feliz.